"No solemos reparar en los espectáculos que ofrece la naturaleza"


Diario de Noticias, agosto 2008 Paula Echevarria

Tomás Sobrino: "No solemos reparar en los espectáculos que ofrece la naturaleza"
El pintor de Elizondo expone en la Casa de Cultura Arizkunenea

Bajo el título 'La piel del agua', la muestra aúna óleos y fotografías sobre reflejos en los ríos de la zona de Baztan



Tomás Sobrino disfruta paseando por el valle, bordeando ríos y montes, deteniéndose ante los colores, los cambios de luz y de estación, los sonidos de las ramas movidas por el viento, el olor de la hierba recién cortada. Tomás Sobrino (Elizondo, 1953) los considera "verdaderos espectáculos" que la naturaleza nos ofrece y "que a veces se nos escapan", dice.

Él, al contrario, los captura, primero con la mirada y con el alma; luego con el pincel, otras veces con el objetivo fotográfico. Y nos los ofrece en su arte. Desde hace unos cinco años, lo que le cautiva de la naturaleza son los reflejos en el agua. Y en esta temática ha centrado la exposición que protagoniza hasta el próximo día 31 en la Casa de Cultura Arizkunenea de su pueblo natal y lugar de residencia, Elizondo.

Nada más entrar, invade una atmósfera cálida y relajante. Inmediatamente se activan los sentidos: el del oído, por la música de violoncello que suena en la sala (Sobrino siempre pinta con música); el de la vista, por los colores de las pinturas y fotografías que de momento sólo se intuyen -merecen que se dedique a cada una un tiempo de detenimiento-. El recorrido de La piel del agua -así se llama la exposición- guía al visitante sin sensación de pérdida alguna. En el camino, se invita a tomar asiento ante una pantalla en la que se proyectan fotografías tomadas por Sobrino de reflejos en las aguas de los ríos Baztan, Bidasoa y regatas de alrededor. "Son imágenes desde una mirada de pintor", cuenta el autor, a quien la fotografía le sirve "para detener el movimiento del agua y, en ese tiempo de silencio, mirar lo que pasa, observar".
Tomás Sobrino ha dedicado cuatro años a recopilar fotografías, buscar información sobre el tema y ordenarla. "Tengo un fondo de 1.500 imágenes, pero he seleccionado cien para la exposición, porque quería un recorrido que no durase más de 10 minutos y que estuviese proyectándose continuamente", apunta el pintor de Elizondo, que en su proyección invita a recorrer no sólo superficies de los ríos, también movimientos pictóricos. Así, en las primeras fotografías, el espectador reconoce los elementos que se reflejan en el agua: una piedra, una rama, hojas de árboles... "Pero conforme avanzan las imágenes, ese reflejo se va distorsionando por el movimiento del agua y al espectador ya no le importa reconocer las cosas, simplemente disfruta de los colores, las formas y su relación. Entonces tiene la sensación de que ha entrado en un mundo diferente, de que está mirando de una manera nueva", explica Sobrino. Es el paso de la figuración a la abstracción, un paso que transcurre de forma natural y didáctica. "Creo que es una responsabilidad de los artistas, aproximar nuestra obra a la gente, y no ponernos en pedestales", añade.

Y lo cierto es que una vez vistas las fotografías -en la proyección y en la pared, de donde cuelgan diez imágenes muy pictóricas-, el recorrido por los 31 óleos que exhibe Sobrino en Arizkunenea es mucho más llevadero. "He notado que la gente agradece alguna pauta a la hora de adentrarse en la abstracción, que muchos la consideran algo lejano, que no va con ellos. En ese sentido, el vídeo sirve para acercarse luego a los cuadros", afirma Sobrino. Cuadros, matiza, que "no están cerrados, que dejan siempre espacio para que el que mira intervenga y los complete".

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