Si hoy estoy aquí es precisamente porque un día me enamoré de la pintura. Había oído hablar de ella, pero la verdad es que no la conocía muy bien. Tenía mucha curiosidad, y me había acercado a ella alguna vez, pero me producía mucho respeto.
Como todos, había empezado dibujando y me acercaba con el dibujo pero la pintura, no sé por qué, me producía mucho respeto. Y dibujé y dibujé mucho tiempo antes de empezar a pintar. Me fui acercando a ella hasta que un día me la presentó un amigo. Fue como presentarme a mi futura novia.
Me habló mucho de la pintura, de la belleza, del arte en general, de los artistas y de las obras que a lo largo de la historia la han hecho grande. Me habló de todo; de lo divino y de lo humano y consiguió que sintiera ese gusanillo del Arte que ya siempre me acompaña.
Nos conocimos, nos fuimos tratando, hasta que me enamoré perdidamente de la pintura. Al principio, como todo enamorado nos veíamos poco, los fines de semana, después del trabajo, hasta que llegó un momento en que necesitaba una relación mucho más profunda. Es lo normal. No quería yo una relación solo de fines de semana, de compartir los ratos de ocio, de pasar el rato. Yo quería vivir con ella, no podía vivir sin ella. Así pues, dejé mi trabajo y me casé con ella. Esto fue un verdadero matrimonio.
Y desde entonces todo cambió. Descubrí un mundo muy diferente. Tenía expectativas pero fue mucho mejor de lo que esperaba. Gracias a ella he conocido a personas maravillosas que han enriquecido mi vida. He descubierto lugares y paisajes nuevos que de otra forma no los habría reconocido. Descubrí que se puede entender el mundo mucho mejor, se pueden comprender más cosas y disfrutar del arte, de la vida, de las personas, de todo en general mucho más. Y es desde entonces mi forma de vida y lo que da sentido a mi vida.
Además la pintura y yo hemos tenido muchos hijos, somos una familia y hemos tenido muchos hijos, algunos maravillosos y otros no tanto. Lo malo de esta historia es que para poder vivir tenemos que vender a nuestros hijos y eso es terrible, porque uno los quiere como son, y cuesta mucho desprenderse de ellos y mucho más cambiarlos por dinero. No me voy a poner aquí trágico, y les voy a explicar ahora cuál es el proceso de creación de un hijo nuestro.
Primeramente yo necesito emocionarme con algo. Puede ser un paisaje, una persona, una idea, algo que me ponga en marcha.
Después decido cómo expresar mejor esa emoción, qué técnica utilizar, la composición adecuada, el formato, el soporte, pues tengo mis conocimientos técnicos y trato de utilizarlos de la forma más adecuada. Empiezo a poner colores y comienza a surgir la idea.
Hasta aquí soy yo quien controla y quien decide qué hacer y qué no hacer, porque el no hacer también es importante.
Pero llega un momento en que la pintura empieza a hablar, y me dice: ponme este color por aquí, es mejor, o este otro por allá, o este otro está mal y se entabla un diálogo muy claro. Yo propongo algo, y la pintura me dice si está de acuerdo o no con la propuesta. Es un verdadero diálogo.
Hasta que en un momento determinado, y esto es lo más bonito de todo, nos callamos la pintura y yo, y empieza a hablar nuestro hijo. Nos empieza a hablar, nos dice muchas cosas. Esa primera idea se ha enriquecido con nuestro diálogo y ya es otra cosa. Es algo que no sabíamos antes. Nuestro hijo nos empieza a transmitir emociones, ya no es sólo una idea. Es algo que se puede ver y tocar y sobre todo sentir, porque es una emoción. Es algo que tiene que ver con nosotros, pero que tiene vida propia, tiene autonomía. Y es algo de lo que podemos aprender, fundamentalmente aprender. Es algo que antes no existía, que ha nacido ahora. Es nuestro nuevo hijo.
Tomás Sobrino Habans
Extracto Mesa redonda "El sentimiento"
Extracto de la intervención de Tomás Sobrino sobre " El sentimiento y la emoción en la pintura" en la mesa redonda con Fermín Alvira y Koldo Sebastián, con motivo de la exposición "Confluencias" del pintor Koldo Sebastián en el Palacio Condestable de Pamplona 2022-2023
Para ver el vídeo completo: Pinchar aquí
Extracto - intervención de Tomás Sobrino
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